jueves, 29 de julio de 2010

Madrid-Úbeda-Baeza II

Hola otra vez. Después de esta sequía literaria y falta de inspiración, voy a ver si me disciplino de una vez por todas y soy capaz de comenzar otra vez a recuperar el gusto por contar cosas en este pobre blog tan desatendido. Lo habíamos dejado en el viaje a Úbeda y Baeza. La primera impresión y lo que más me sorprendió fue, ¿qué hacen dos ciudades tan bonitas y monumentales en medio de la mayor extensión de campos de olivos de toda España?. Como son ciudades pequeñas, es tal la sensación de concentración de palacios, casas señoriales iglesias, conventos, hospitales, blasones, escudos , etc. en un reducido espacio, que casi no sabes dónde mirar y nos hablan de la enorme riqueza que había en esas ciudades. Quizá sea un poco exagerado pero tengo la sensación de que muchas capitales de provincia quisieran tener la riqueza monumental de estas dos. No en vano son patrimonio de la humanidad

.

Para mi gusto la más bonita es Úbeda. La explicación a tanta riqueza, es que en Úbeda, además del Sr.Sabina, D. Joaquín, nació hace muchos años, D. Francisco de los Cobos y Molina que llego a ser secretario de confianza de Carlos V a quien acompaño en numerosos viajes. El emperador en agradecimiento por sus valiosos servicios y asesoría, le otorgó prebendas y cargos públicos , entre ellos, contador real, que le debió permitir enchufar a todos sus amigos y parientes. ¿Y qué profesión es esa? Pues ni más ni menos, que el buen señor inventariaba y contaba para la Corona, en la Casa de Contratación de las Indias (Sevilla) todas las riquezas que traían los barcos que venían de América, y como debió de ser muy aplicado en el colegio, y allí le dijeron que de diez te llevas una, pues lo debió de aplicar a rajatabla el resto de su vida.

En estas ciudades se han conservado tan bien los edificios tanto por fuera como por dentro, debido a la importante labor de restauración que han realizado sobre todo unas cuantas cadenas hoteleras y que han convertido algunos palacios en hoteles y restaurantes, además de que en otros muchos se han abierto diversos museos. Una buena forma de compaginar negocio y cultura, economía sostenible creo que lo llaman ahora, y que ha permitido que lleguen hasta nuestro días en pleno esplendor y podamos contemplar cómo fueron en sus orígenes.



Muchas ciudades podrían aprender, ya que te encuentras en numerosas ocasiones, bellos edificios que están cerrados y que no puedes disfrutar o en el peor de los casos, que amenazan ruina porque sus propietarios no tienen recursos suficientes ni para mantenerlos en pie y que irremediablemente se convertirán en bloques de viviendas en los que con suerte, mantendrán una portada, un arco… y una placa en la fachada que dirá: Aquí se encontraba el palacio de…

Una buena parte de los edificios más importantes se deben al arquitecto Andrés de Vandelvira, que también se debió hacer de oro de tanto construir palacios. Las obras de arte se las trajo Francisco de Cobos en sus viajes por diversos países de Europa, principalmente Italia, acompañando al emperador o en misiones que éste le encomendaba, por lo que entró en contacto con muchos célebres pintores y escultores del Renacimiento.


Al día siguiente nos fuimos a conocer Baeza, distante unos 11 Km, si bien, nos parecieron eternos porque nos volvió a sorprender la niebla, esta vez aderezada con obras en la carretera y las rayas sin pintar. Baeza es a mi parecer, mucho menos monumental, aunque también tiene algún palacio bonito.



Allí se fundó una Universidad, me imagino que para compensarles del oropel del pueblo vecino, en la que llegó a impartir clase Antonio Machado, cuyo aula, aún se conserva casi como si hubiese dado clase el día anterior. Paseito por la ciudad y antes de anochecer del todo, vuelta al hotel de Úbeda donde estábamos alojados en una estupenda habitación, gracias a los buenos oficios de Spock y sus contactos en Husa.


lunes, 9 de junio de 2008

Madrid-Ubeda-Baeza

Madrid. 5 de Diciembre de 2007. Viernes. Aunque hemos hecho puente, son las 08:00 horas de la mañana. No es que sea redundante, es que es tan temprano para un día que no tienes obligación de madrugar, que parece que sea más pronto de lo que es. El termómetro de la mesilla dice que en el exterior hace una temperatura de 2º C. Estamos locos pero a punto de salir de casa. La noche anterior B-B había decidido de común acuerdo consigo misma, que saliésemos pronto como si fuésemos a trabajar para no coincidir con la señora que nos ayuda en casa, porque dice, que cuando la pilla, le pone la cabeza como un bombo y que no saldríamos en todo el día. Naturalmente, yo me opuse con un rotundo: “si cariño”. Al menos conseguí hacer y poderme tomar un café antes de salir. Yo es que hasta que la cafeína no inunda mis venas no me transformo en persona. (Os podéis ahorrar los comentarios).

Volviendo al tema de las señoras de la limpieza, tanto domésticas como de oficinas, yo creo que lo más duro de ese trabajo es que no pueden hablar con nadie en su trabajo porque normalmente están ellas solas, así que cuando pillan a alguien, es como si fuera un acontecimiento y tienen que contar de una vez todas esas cosas que guardan sin podérselas decir a nadie.

Pues lo dicho, bien pertrechados y abrigados nos ponemos en marcha. Efectivamente el termómetro es como el algodón del anuncio, no engaña, y hace frio, mucho frío y está nublado, muy nublado y no se ve porque es prácticamente de noche, ¡Ah, no! Es porque … ¡HAY NIEBLA!, pero que mucha niebla. Salimos a la M-40 dirección sur, o al menos eso creo, no pasan muchos coches, debe haber más gente con puente pero más sensata que nosotros para no salir a estas horas. Quizá es que con la niebla no les veo. A medida que bajamos la niebla se espesa y además me moja la pantalla del casco y continuamente la tengo que estar limpiando. Si la abro es peor porque las minúsculas gotas me hacen daño en los ojos. A través de los auriculares escucho la respiración agitada de B-B. (No es lo que estáis pensando, es simplemente que va acongojada).
Trato de adivinar donde está la salida para la carretera de Andalucía. En una curva del desvío hay un coche pegado a la mediana derecha mirando en dirección contraria, con algunos desperfectos y síntomas de haber hecho un trompo no hace mucho. El conductor se pasea hablando por teléfono. Solo daños materiales. Después de verlo, la respiración de B-B, ya se podría calificar de porno.

Seguimos sin ver, bueno por esta zona tampoco hay nada que ver, e incluso es mejor no ver nada por lo fea que es. Voy dándole vueltas a la cabeza de si sería bueno parar y que B-B se pusiera un chaleco reflectante que llevo en el cofre, pero al final llego a la conclusión de que, con la mala visibilidad que hay, es más peligroso pararnos en el arcén que seguir, y así circulamos sin visibilidad ni incidencias hasta la Cuesta de la Reina. No se de que le viene el nombre, pero mi padre siempre la ha llamado de esta forma, así que yo continúo la tradición. A mi nunca me ha parecido especialmente peligrosa, pero tiene tantos carteles de precaución, luces amarillas que parpadean en grandes cartelones de peligro, luces rojas que se van persiguiendo entre ellas en las señales de dirección de curva que asusta, así que, estando como están los fenómenos atmosféricos, en cuanto puedo me coloco detrás de 2 luces rojas horizontales, que supongo por su altura, deben ser de una furgoneta, hasta que terminamos de bajar.

Por el termómetro de la moto veo desfilar los números, primero bajando hasta llegar a 0 y luego subiendo pero con una rayita delante. Parece que a –4 decide pararse. El ambiente húmedo y los guantes chorreando, afortunadamente solo por fuera, hacen que empiece a tener unas ganas locas de parar y tomar algo caliente. De hecho, si no fuera por los puños calefactables de la moto que los llevo a tope, ya me habría bajado a llorar. De esta forma llegamos a Tembleque, curioso nombre para un pueblo, debe ser que del frío y la humedad todo el mundo va tiritando. Paradita para echar gasolina y tomar un cafetito MUY MUY CALIENTE.

Una vez reconfortados, cuando salimos del bar, el sol ya tiene la altura suficiente para reflejarse en la niebla y que te deslumbre. B-B se pone el chaleco reflectante y parece una bombilla. Mejor así. Yo me pongo las gafas de sol. Vamos haciendo kilómetros sin hablar mucho, alternando los bancos de niebla con los rayos de sol. Las autovías es lo que tienen, que son muy aburridas, pero en días así agradeces no tener más complicaciones. Llegamos a Despeñaperros. Curiosamente aquí el cielo está despejado y el paisaje parece como recién lavado chorreando agua. El sol resalta los colores marrones de las piedras empapadas y el verde intenso de los pinos y la hierba. Por los márgenes de la carretera corren arroyuelos y todo brilla destacando más aún el azul limpio del cielo. He pasado muchas veces con el coche por aquí camino de Ayamonte, pero eres incapaz de apreciar lo que te rodea. Cuando vas enlatado te aíslas del mundo y te pierdes muchas cosas. En la moto sientes el entorno, lo hueles, formas parte de él. Me encanta.

Pasadas las curvitas con paso tranquilo, recreándonos en el paisaje, seguimos hasta La Carolina donde nos desviamos para coger la A-301, carretera bien asfaltada que atravesando por 3 embalses, nos llevará directos hasta Úbeda, uno de los destinos de nuestro viaje.

Voy a tratar de disciplinarme y escribir más a menudo. La próxima semana os contaré cosas de Úbeda y Baeza.

martes, 22 de enero de 2008

La emoción de un Gran Premio

Ya se que voy con cierto retraso, pero últimamente me cuesta ponerme a escribir, aunque luego sale todo de carril. En esta ocasión voy a hablaros del último gran premio de motociclismo del pasado año que tuvo lugar en Valencia a principios de Noviembre y al que había prometido llevar a Guille.

Por pardillo, casi me quedo sin entradas. Las comenzaron a vender en Junio y nunca pensé que se iban a agotar tan rápido. A mediados de Julio estaban todas vendidas, excepto las del balcón negro. (NO confundir con el beso), se trata de una montaña llena de cardos y matojos detrás de las gradas que para ver las carreras no necesitas prismáticos sino telescopios. Un amiguete motero me dijo que no me preocupara porque en Valencia ponen gradas supletorias ya que siempre se llena, así que me encontraba desde mediados de Septiembre pendiente casi todos los días de la página del circuito para no incumplir una promesa que reiteradamente me recordaban.
También se planteaba un segundo problema. Guille se había empeñado en venirse a Valencia conmigo en la moto. Según decía lo que menos le importaba eran las carreras porque podía verlas por la tele. Él quería disfrutar del ambiente del viaje y a mí y fundamentalmente a B-B le horrorizaba que un mico como él hiciera un viaje tan largo en la moto, así que comenzamos a urdir una estrategia: Le ofrecimos que invitara a un amigo de clase con el que se lleva muy bien, propuesta que acogió con entusiasmo. Nuestra idea era decirle que cómo se iba a ir él en la moto e iba a dejar a su amigo solo en el coche con B-B... Intento fallido. El muy cabrito ¡En que se convertirá cuando crezca! Había negociado con su amigo del alma, que le invitaba a las carreras a cambio de que fuera con B-B en el coche para que él pudiera irse en la moto, además de un partido en el palco del Madrid, ya que el padre de ese niño tiene cierta amistad con el director de un conocido diario deportivo. ¡Qué escalofrío!, me recuerda al “viejo” negociando compensaciones. De cualquier forma, el amigo de Guille, con tal de ir, habría jurado que mató a Manolete.
Rápidamente había que establecer un plan B. Al final lo que hicimos es que B-B se cogió el puente y yo no, y así podían irse el jueves y ver los entrenamientos del viernes, a los que suele asistir poco público y a lo mejor les dejaban visitar el paddock y podían pedirle un autógrafo a algún piloto. Y así se fue tan contento. Je, je, algunas veces, todavía se les puede hacer el lío.


Por fin llegó el gran día. El Viernes, nada más salir de trabajar, me fui rápidamente a casa, me quité el traje de romano, conecté el móvil al intercomunicador y a volar escuchando musiquita. A pesar de que era por la tarde y día de puente, la carretera de Valencia estaba bastante concurrida de moteros que a veces formábamos grandes hileras de motos, como esos trenes de mercancías tan largos que parece que no van a terminar nunca. La gente en los coches se nos quedaba mirando cuando pasábamos y en líneas generales, los “enlatados” se portaban bien y se abrían para dejarnos pasar.

Aunque el viaje hasta Valencia no es largo, agradeces parar un poco, estirar las piernas y sobre todo fumarte un cigarro. Allí donde lo haces te encuentras con otros moteros que están haciendo el mismo viaje que tú. Acostumbrado a hacer los viajes con B-B, me da un poco de envidia cuando veo parejitas en sus motos, pero la verdad es que estoy disfrutando un montón.


Valencia estaba tomada por la policía municipal. En la avenida por la que se entra viniendo de Madrid, que bien es cierto, también que es la que viene de Cheste, cada pocos metros, un control donde encontrabas parados a más de 20 moteros y algo más allá a otros 20 que estaban parados esperando a que salieran sus amigos del control. Como los controles se sucedían cada 500 metros más o menos, la calle era una sucesión de grupos de motos que más parecía un salón de la moto.


Al día siguiente al circuito. A pesar de ser tan solo los entrenamientos hay un gran ambiente, motos, coches, gente andando por todas partes. Dentro del recinto, montones de tiendas y puestos que venden los más variopintos artículos relacionados con el mundo de la moto, fundamentalmente, camisetas, gorras, mochilas, etc. de las grandes figuras de las dos ruedas. El día acompaña con un sol radiante y una temperatura excepcional para la época.


Llegamos cuando están empezando los entrenamientos oficiales de 250. Nuestros asientos están en la curva Doohan. La ventaja de Cheste es que desde cualquier parte se ve el circuito completo.



El ruido que hacen las motos al pasar es tremendo. Como el campeonato está decidido, Lorenzo no se mata por conseguir la pole. Después vienen los entrenamientos de Moto GP. En esta categoría el ruido de las motos es sencillamente ensordecedor, de tal forma que no se escucha ni al speaker. Como también está todo decidido en esta categoría, lo más emocionante es el espectacular hostión de Rossi. Acojona verlo en directo, pero se elimina el morbo de verlo repetido una y mil veces y desde diferentes ángulos como se ve en televisión. La guinda del pastel lo pone 125, tanto por lo que descansan los oídos, como porque en la pole se jugaban una parte del campeonato.

Al día siguiente es la fiesta grande. En la autovía hasta el circuito no cabe una sola moto más aunque también mucha gente va en coche y muchas otras en metro y cercanías, pero esas no ocupan espacio. Por quitarle el “mono” a Guille le llevo al circuito en la moto para que alucine un rato. Por el retrovisor le veo muy ufano encima de la moto presumiendo de su casco Chupa-Chups como Lorenzo y mirando para todos lados. La llegada a los aparcamientos está muy bien organizada con infinidad de personas de apoyo que te van dirigiendo a los parkings libres. Aparco en una explanada gigantesca de tierra a tomar por c… del recinto, porque los parkings de motos más cercanos ya están completos.













B-B y el amigo de Guille van en el coche. Es impresionante las riadas de personas accediendo al circuito, las puertas abarrotadas y a pesar del lio y las colas, la gente con muy buen rollito.


Por fin accedemos a la grada, el circuito está a rebosar. Nuevo record de asistencia: 130.000 personas. Estamos sentados al lado de la peña de Bautista aunque son un poco sosos.














Cuando empieza la carrera de 125 todavía hay gente accediendo al circuito. La carrera es muy emocionante. Se está luchando por el campeonato del mundo. En el resto de carreras, Lorenzo en 250, tal como hizo en los entrenamientos, se echa a dormir y deja que Bautista se bata el cobre con gran regocijo de su peña que observa encantada como va remontando flechado a la cabeza de la carrera. Tanto empeño pone que termina rodando por los suelos. La última carrera es la de Moto GP. Ovación cerrada cuando Rossi sale a la pista. Después del piño del día anterior sale con 3 dedos rotos, la muñeca infiltrada y algún otro desperfecto. Para mi es el Rey. Es capaz de salir en ese estado aunque como mucho podía aspirar a ser subcampeón. Aunque sale en último lugar, en la sexta vuelta se pone noveno, es decir, ya había adelantado a siete y continuaba su progresión. Lamentablemente la moto le deja tirado y tiene que retirarse. Como no hay forma de enterarse de lo que dice el speaker por el ruido de las motos, B-B, previsora ella, se ha traído los cascos de su móvil estratosférico y tiene sintonizada la radio por donde nos va informando de los pormenores de la carrera. Una vez que Rossi se ha retirado, el único aliciente que nos queda es que Dani gane la carrera, y cumple sobradamente con las expectativas (yo opino que con permiso de Stoner) y vuela de curva en curva con el público enfebrecido dándole ánimos para continuar hasta ganar la carrera y el subcampeonato del mundo. Después, baño de multitudes saludando a todo el mundo en la vuelta de honor. Aunque no me cae especialmente bien porque hace un pilotaje muy aburrido, es como un autómata, tengo que reconocer que es muy buen piloto y tiene un mérito enorme conseguir el subcampeonato en su segunda temporada.



Nada más terminar la carrera, retirada. Los chicos quieren echar un último vistazo a las tiendas para rebañar alguna compra de última hora. Por todas partes se escucha como un rugido sordo provocado por las miles de motos arrancando a la vez. Los chicos se van con B-B en el coche y yo me voy a la moto. La salida es una locura, todo el mundo abandonando el circuito a la vez, coches, personas y sobre todo motos. Me imagino que visto desde el aire, debería ser como esa escena de la película ”La marabunta”, en la que millones de hormigas avanzan a la vez y van extendiéndose por la selva como una mancha de aceite que lo ocupa todo.



Para desocupar rápido, han dejado las carreteras solo en sentido salida y además a las motos nos dejan ir por el arcén por lo que enseguida llego a la autovía. Una vez en la carretera ya puedo disfrutar del viaje. Si a la ida íbamos muchos, a la vuelta parece una romería. Apenas se ven los coches tapados por infinidad de motos. Hay una cosa que me hace mucha gracia y es que en muchos de los puentes que cruzan la autovía, aún los ya alejados de Valencia, hay grupos de personas que nos jalean y nos saludan cuando pasamos con las motos. Me imagino que para la gente de esos pueblos es un acontecimiento ver pasar tantas motos con formas y colores tan diferentes, y a los conductores con sus pertrechos tan variados y sus cascos tan coloristas.


Hago una parada para echar gasolina, descansar y comer algo y parece que doy con el único bar abierto del mundo por lo lleno que está. El parking parece otro salón de la moto. Supongo que como todos hemos salido más o menos a la misma hora, también tenemos hambre a la misma hora por lo que paramos en el mismo sitio. Después hablando con unos amigos que también habían ido a las carreras, llegamos a la conclusión de que éramos tantos que parases donde y cuando parases, todos los sitios estaban llenos. Me quedo un rato fumándome varios cigarros esperando a B-B que viene unos 70 kilómetros más atrás y después de los saludos y besos de rigor, ella se queda echando gasolina y yo sigo camino sin novedad hasta llegar a Madrid, pero con el espíritu a tope de tan grata experiencia.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Gredos-Jerte-La Vera

Es la primera ruta que hacemos acompañados de unos amigos en moto. Tengo ciertos reparos porque me gusta ir a mi bola, sin tensiones; ni correr porque has perdido al otro vehículo, o no poder aflojar para recrearte en un paisaje para que el otro no te espere, etc., pero al final resultó muy divertida y nos entendimos perfectamente por lo que disfrutamos de un bonito viaje.

Comenzamos la ruta con mucha calma sumidos en el atasco habitual de fin de semana por la carretera de Extremadura N-V, hasta que vino a nuestro rescate un furgón de la Guardia Civil con las luces y la música. Hábilmente nos colocamos detrás de él y nos fue abriendo paso hasta Navalcarnero que era donde habíamos quedado con nuestros amigos para comenzar la ruta. Como no era casi tarde, empezamos tomando café en la plaza del pueblo para hacer tarde del todo.
Comenzamos la ruta de verdad atravesando varios pueblos de la Comunidad de Madrid hasta su límite con Ávila y Toledo. Estamos en el apéndice suroeste, ese por el que Madrid se infiltra entre esas Comunidades y a nada que te descuidas te sales. Pasamos por Villamanta, Aldea del Fresno, ¡Que afán tienen en ese pueblo por recrear cosas imposibles en la meseta madrileña! A las afueras del pueblo existe una especie de playa artificial hecha en una represa del río Alberche. Ahora como no llueve ni los ríos llevan agua, tiene un aspecto bastante triste y un poco más alejado se encuentra la Reserva el Rincón, una especie de sabana africana con animales salvajes en libertad que puedes ver desde el coche. Con la moto no lo he intentado no sea que pase como en Parque Jurásico, que las atracciones se comen a los turistas.
Seguimos camino de Villa del Prado donde dejamos la llanura y comenzamos a trepar rodeados de enormes extensiones de pinares sin fin y así pasamos por Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real, donde se encuentra el único o por lo menos, más grande castañar de Madrid. Bajamos por la carretera que comienza a estar tapizada con las primeras castañas maduras que caen y acompañados de las hojas roji-amarillas de los árboles y terminamos en la M-501 donde giramos a la izquierda en dirección a Sta. Mª del Tiétar, ya en la provincia de Ávila. Pasamos por Sotillo de la Adrada, La Adrada, donde paramos nuevamente a repostar, pises diversos, nuevos cafés, cigarros…
Ya repuestos, seguimos a Piedralaves, donde al poco, nos apartamos de la CL-501 (ya sabes, cambias de comunidad, cambias de nombre aunque la carretera sea la misma) y cogemos un desvío a Casavieja. El cambio es brutal, dejas una carretera ancha, bien señalizada y con arcén y te metes en una especie de túnel sin luz que forman las densas copas de los árboles a ambos lados de la muy estrecha carretera que no dejan pasar apenas la luz del sol y que además tiene el asfalto muy abombado en el centro y tienes que estar muy pendiente para no irte a la cuneta. Estamos empezando a subir la Sierra de Gredos y la carretera se va empinando.
Dadas las horas que iban siendo decidimos parar a comer en el siguiente pueblo, Mijares, un pueblo que se desparrama por la falda de la montaña y que todo es muy cuesta arriba o muy cuesta abajo.

Tras 2 horas de opípara comida, continuamos nuestro camino. Hemos hecho bien en parar para afrontar lo que nos espera. Ya no se trata de trepar por la carretera. Esto es escalada en toda regla. En apenas 28 kilómetros hemos subido más de 1.000 metros por una carretera estrecha y retorcida con unos "quitamiedos" que acojonan, ¡Qué ironía!, hechos con bloques de piedra y al otro lado el abismo.

Lo peor era cuando en una curva te encontrabas un coche de frente y te tenías que arrimar. No sé cómo lo harán cuando se junten 2 coches. Esto es Gredos en estado puro.

(No soy yo, pero si es la misma carretera por la que pasamos)
A pesar de las insistentes protestas de B-B, de vez en cuando, no podía evitar mirar a mi alrededor y disfrutar de las espectaculares vistas que se ofrecían desde aquella altura.

















Una vez atravesado el puerto de Mijares (1.570 metros) toca bajar aunque considerablemente menos de lo que habíamos subido. Así llegamos hasta Burgohondo donde giramos a la izquierda para enlazar con la AV- 905 a la altura de Navatalgordo. La carretera nos lleva por Navalosa y Hoyo Casero hasta Venta del Obispo, ya en la N-502. Poco dura la alegría, ya que en el siguiente pueblo, Venta de la Rasquilla, tenemos que dejar la nacional y coger un desvío a la derecha que a través de una comarcal (AV-941) nos lleva a San Martín del Pimpollar, Navarredonda de Gredos, Barajas, Hoyos del Espino y del Collado, Navacepeda, Navalperal y La Aliseda, todos ellos de Tormes. En este último paramos para descansar un poco de las curvas que llevábamos en el cuerpo, tomar un cafetito con cigarro y pises de rigor. Seguimos por Hermosillo y El Barco de Ávila, célebre por sus judías blancas. Estamos atravesando Gredos por las cumbres y por pueblos que aunque no son muy grandes, nos ofrecen su encanto serrano con sus construcciones de montaña.

Mientras paso con la moto en una soleada tarde de principios de otoño, noto que empieza a refrescar y pienso en lo duro que tienen que ser estos pueblos en invierno. En el Barco, paramos fugazmente para ponernos algo de más abrigo y prepararnos para cuando vaya cayendo la tarde. Cogemos la N-110 a la izquierda, que a veces recta y a veces sinuosa, pero sin punto de comparación con lo que habíamos pasado, nos va bajando de la montaña a las más templadas tierras del Valle del Jerte.





















El Valle se va abriendo a lo lejos y a medida que nos acercamos nos va ofreciendo unas preciosas vistas. Ahora en Otoño no es tan espectacular como en Mayo cuando se produce la floración de los millones de cerezos que hay en esta zona. Su flor blanca hace parecer que un manto de nieve lo cubre todo.

A ambos lados de la carretera se desperdigan numerosos pueblos. Pasamos por Puerto Castilla, Tornavacas y su puerto, todavía a 1.275 metros y a partir de aquí y tras unas pocas revueltas, la carretera baja en un continuo descenso. Continuamos por Jerte, que da nombre a toda esta zona, Cabezuela del Valle, Navaconcejo y Valdastillas, donde paramos a echar gasolina y a valorar lo que vamos a hacer a continuación, porque con tanta relajación y tantas paradas la noche se nos va a echar encima.

Tenemos la opción de dar un rodeo por una carretera que aparentemente es mejor pero que conlleva más kilómetros, así que los audaces jinetes, deciden seguir con el plan previsto inicialmente y saltar del Jerte a La Vera, si bien, tenemos que atravesar la Sierra de Tormantos, aunque para ser justos y advertir a los incautos como nosotros, deberían llamarla “Tormentos”.



Así que otra vez nos vemos haciendo escalada en moto (voy a patentarlo como nuevo deporte) en dirección a Piornal por una carretera estrecha y llena de curvas, esta vez con el aliciente de que el sol se estaba poniendo a una velocidad de vértigo. No habíamos valorado que ya no estábamos en verano y ahora anochecía mucho antes y más deprisa. Cuando conseguimos llegar al Puerto de Piornal (1.269 metros), ya era noche cerrada del todo y lo que es peor, ahora había que bajar en dirección a Garganta de la Olla.

La carretera nos introducía en un bosque que daba miedo hasta al lobo de Caperucita. Todo negro negrísimo, tan solo se iluminaba la parte de carretera que alumbraba el haz de luz de la moto. De vez en cuando miraba por el retrovisor y veía la moto de mi amigo y tras él la más espesa negrura que lo envolvía todo. Por delante no eran mejor las cosas, no sabías que te ibas e encontrar en el siguiente recodo. La carretera me parecía todavía más estrecha, más empinada hacia abajo y las curvas más cerradas, pero lo que de verdad me preocupaba es que nos pudiera salir algún jabalí o bicho similar y nos piñaramos contra él, pero creo que eramos los únicos seres, por el momento vivos, de los alrededores. No podíamos pasar de segunda y frenando. Lo peor era que no se veía ningún signo de civilización. A veces desaparecían los árboles y sentías como una sensación de vacío, seguramente así era y tras la negrura se escondían los más peligrosos abismos.

Afortunadamente ojos que no ven corazón que no siente. En esos momentos pierdes la noción del tiempo que llevas circulando, te entran dudas de si te habrás equivocado de carretera y de si por donde vas no llegas a ninguna parte, o va a desaparecer el asfalto y va a comenzar un camino de tierra o vas a aparecer en medio de un monte. Empiezas a valorar si es mejor continuar o dar la vuelta por donde has venido. De repente, en un recodo, veo el campanario iluminado de la iglesia de Garganta de la Olla, ¡Ya estamos salvados!, te reconfortas y sigues. Tras unos cuantos kilómetros y revueltas, descubres con cierto desasosiego, que sigues viendo el campanario a la misma altura y distancia que antes, como si no hubieras avanzado. Piensas si será una broma y te vas a pasar la noche dando vueltas al mismo sitio sin llegar a él. Tras un tiempo que se te antoja eterno, de pronto, te encuentras entrando al pueblo.

Ya recuperado el resuello y ubicados, continuamos por una solitaria ¡muy solitaria! carretera a Cuacos de Yuste y de allí en un pis pas, llegamos a nuestro destino en Aldeanueva de la Vera donde nos espera nuestro merecido descanso en un hotel rural, bastante bonito, Hotel Puerto del Emperador. Afortunadamente, el propio hotel tiene restaurante, así que dejamos los equipajes e inmediatamente nos dirigimos a darnos un merecido homenaje gastronómico y comentar, entre risas, las anécdotas e incidencias del camino.

Al día siguiente, paseo por Aldeanueva


y visita al Monasterio de Yuste, donde se retiró Carlos V. Toda está zona está marcada por el paso del emperador y todo hace referencia a él.



Después de haber pasado por las carreteras que hemos pasado en el siglo XXI, ¡Cómo serian en la época del emperador!, no me estraña que se quedara a morir aquí. ¡ Cualquiera volvía!.


Tras la visita, frugal comida para cubrir el expediente y vuelta a Madrid por la autopista.
Después de la aventura de la ida no estábamos para más experimentos. No obstante, me quedaron en el tintero cosas por ver y carreteras por recorrer que tengo ganas de hacer en primavera y de las oportunamente tendréis conocimiento.

lunes, 1 de octubre de 2007

Madrid-Lozoya-El Escorial-Navalagamella

Madrid-Lozoya-Navacerrada-El Escorial-Robledo-Navalagamella-Madrid
Dist. aprox.: 350 Kmts. Sábado, 2 de Septbre de 2007

Salimos de Madrid por la A-1 hasta el desvío a Lozoya (M-604) donde comenzamos realmente nuestra ruta. Atravesaremos la sierra de Guadarrama entre puertos, con unas vistas espectaculares, y valles llenos de vegetación.

El primer pueblo que nos encontramos es Lozoya al pie del embalse de La Pinilla. Siguiendo por esta carretera nos iremos encontrando con Pinilla, Alameda y Oteruelo, todos ellos del Valle para a continuación llegar a Rascafría (¡Que reiteración!). Pasados 2 Kmts. nos encontramos con el Monasterio de El Paular, cuyo verdadero y completo nombre es Real Monasterio de Nuestra Señora de Santa María de El Paular. Me imagino que al igual que el edificio que empezó siendo un monasterio y unos reyes le añadieron un palacio, otros el atrio, otros tierras colindantes para las huertas y los jardines, otros modificaron la decoración interior, etc. al nombre original le han idos añadiendo más nombres hasta formar el actual. Si lo visitáis no os perdáis “El Transparente”.

Para los más aventureros y deportistas, desde aquí parten numerosas rutas a pie o en bicicleta que se adentran entre los montes y frondosos bosques de los alrededores.

A pocos kilómetros del Monasterio ¡Sorpresa!, control de la Guardia Civil, que apostados a la sombra de un buen pino nos hacen señas para que paremos. Con la cantidad de coches que deben circular por aquí, nos tienen que parar a nosotros con el coñazo que supone bajarse de la moto, poner el caballete, quitarse el caso, los guantes, rebuscar la documentación por el cofre… aparte de lo arriesgado que era parar en aquella carretera tan estrecha y sin arcén. Por ese motivo, pretenden hacer que nos metamos en un camino de tierra a lo que me niego porque lo normal es resbalarse y que la moto y/o el motero terminen por los suelos. Parece que lo comprenden. Sin más preámbulos, saludos de rigor, documentación:

1ª tensión: En ese momento me acuerdo que el domicilio del carnet de identidad, no coincide con el del carnet de conducir y ninguno de ellos coincide con el actual que pone en la póliza del seguro. Lo malo no son las explicaciones al agente o la multa, lo peor es cuando a solas B-B diga: “Ya te vengo diciendo desde hace años que lo cambies”. Afortunadamente no hay consecuencias con la autoridad.

2ª tensión: No tengo el recibo del seguro. Estoy tentado de darles el del coche que llevaba en la cartera pero como es del 2003 a lo peor se dan cuenta y no entienden la broma, así que pongo cara de chico bueno y le suelto la fotocopia del fax medio borroso de la póliza que en su día me mando Mapfre ya que el original después de 3 meses sigo sin recibirlo. El agente insiste: ¿Y el recibo?. Le digo que el recibo va incluido en la póliza que le he entregado donde figura la matrícula, el periodo de validez y el importe de la prima. Inasequible al desaliento como un martillo pilón, dice: pues el banco tendría que haberle mandado el recibo. ¡Tchan, tchan! Mi neurona reacciona y suelta: es que como la moto es nueva, el primer pago lo tuve que hacer en efectivo para que me dieran el seguro de alta en el momento y poder sacar la moto del concesionario. ¡Objetivo conseguido! Mientras guardo los papeles charlamos amigablemente sobre lo bonita que es la carretera, los accidentes de moto de este verano, lo locos que van algunos, etc. y cuando nos disponíamos a subir en la moto…

3ª tensión: el agente dice, “¿Eso del casco es un bluetooth?, ¡Glups! Ahora sí que nos han pillado. Me recompongo y le digo que efectivamente y le explico las excelencias del aparato, que como no lleva auriculares (ejem, … visibles) no te impide escuchar si viene otro vehículo y sobre todo que es muy seguro y no te distrae de la conducción porque si el pasajero necesita decirte algo no tienes que levantarte la visera y girar la cabeza para escucharle. Se muestra de acuerdo en que es un sistema estupendo y nos deja marchar. La verdad es que eran buenos chicos y no tenían ninguna intención de sancionarnos, que si no me había dejado la mitad del sueldo y de los puntos.
Continuamos nuestro camino con B-B resoplando por los auriculares por los nervios que había pasado cual si hubiera estado conteniendo la respiración durante todo el tiempo y ahora necesitara recuperar el aire a bocanadas. Se le pasa enseguida porque la carretera (continuamos en la M-604) es preciosa.

Vamos caracoleando entre densos pinares al tiempo que ganamos altura. Cada 100 metros que subimos hay un indicador con la altitud hasta llegar a los 1.830 mts. del Puerto de Cotos. Según suben los metros baja la temperatura y en un instante pasamos de los 30 a los 21ºC. A partir de aquí y aunque seguimos en la misma carretera, ahora se llama SG-615. Digo yo que vaya tontería cambiarla de nombre para los 6 Kmts. que discurren en suelo segoviano. Tras esta breve excursión por el extranjero volvemos a tierras patrias y enlazamos en el Puerto de Navacerrada con la M-601. Dadas las horas que iban siendo, bajamos hasta el pueblo del mismo nombre para comer. ¡Como siempre rozando la hora límite!

Llegamos a la plaza que encontramos abarrotada de restaurantes con terraza (en alguno de los cuales nos dicen que ya no sirven) pero afortunadamente había otros que sí y disfrutamos de una tranquila comida entretenidos en el trasiego de gente y el bullicio y la animación que había.
Tras un breve paseo por el pueblo, nos volvemos a subir en la moto para continuar nuestra excursión.

A la salida del pueblo, enlazamos con la M-614 dirección Guadarrama, que va serpenteando mientras descendemos y nos permite tener unas impresionantes vistas que se pierden en el horizonte. Atravesamos la A-6 por debajo de un puente y por arte de magia la carretera se convierte en la M-600. Pasamos por delante de la entrada al Valle de los Caídos (sin secuelas por el momento). Desde la carretera solo se ve la parte superior de la enorme cruz.

Pasamos Guadarrama repleta de urbanizaciones y bloques de pisos por todos lados y continuamos hasta El Escorial. Subimos a San Lorenzo y bordeamos el imponente Monasterio.

No sé si seguirá existiendo, pero yo recuerdo haberla visto hace mucho tiempo en un tejado, una teja dorada. Dicen que realmente es de oro macizo y que la mandó poner Felipe II, para que todo el mundo supiera que en aquella época, en España, había más oro que piedras. Después de admirar, según pasamos, la colosal obra, (Merece la pena ir con tiempo y verlo por dentro, pasear por las callejuelas del pueblo y sobre todo pararse a comer en algunos de los restaurantes de merecida fama gastronómica. Por cierto, reservar siempre porque están a rebosar) seguimos por la M-512 con dirección a Ávila para enfilar el mítico puerto de la Cruz Verde tan popular entre los motoristas madrileños.

Una vez coronado continuamos con dirección a Robledo de Chavela. Las vistas desde lo alto vuelven a ser espectaculares, la lástima es que en estas fechas se ve todo amarillo, pero en primavera debe estar precioso. Tras otra buena ración de curvas descendemos hasta Robledo. Allí cogemos una carreterilla estrecha que nos lleva hasta Fresnedillas de la Oliva y de allí a Navalagamella donde paramos a ver a mi padre y sobre todo a que nos invite a buen vino, jamón y queso, que no sé de donde los saca, pero nunca le faltan.
Un saludo a la afición.

martes, 25 de septiembre de 2007

Vacaciones

Como después del viaje a Mérida nos hemos ido de vacaciones, llevaba mucho tiempo sin montar en moto ni hacer excursiones por lo que no he actualizado el blog, así que de momento hablaré de las vacaciones.

Al igual que en años anteriores nos hemos ido a nuestra casita de Ayamonte (Huelva).



Es el último pueblo de España al pie de la desembocadura del río Guadiana que sirve de frontera con Portugal, a donde puedes llegar cruzando el río en una especie de transbordadores que como si fueran una línea de autobuses salen de ambas orillas cada 10 ó 15 minutos. Otra forma de cruzar es a través de un puente muy moderno que salva el río.


















A pesar de las numerosas veces que he cruzado, me sigue sorprendiendo, cuando circulas por la autovía, que de repente has salido de España y ya te encuentras en otro país con la misma facilidad que te cambias de provincia.

Me acuerdo que cuando llegó el euro, aquí estábamos acojonados y allí, tanto en los comercios de España como en los de Portugal, los dependientes manejaban simultáneamente las pesetas y los escudos con una facilidad y agilidad asombrosas, es más, había gente que pagaba la compra parte en pesetas y parte en escudos.

Otra de las cosas curiosas de Ayamonte es la cantidad de scooters que hay, y a pesar de tener Guardia Civil y Policía Municipal, la mayoría van en ellos sin casco y nadie les dice nada, claro que, con demasiada frecuencia se ve a tres personas en un ciclomotor: el padre, el niño/a en medio y la madre detrás. De tanto verlo te termina pareciendo lo normal. Lo más de lo más que he visto es, a 2 señores en un scooter y al de atrás llevando una escalera, como esas largas de Telefónica, en el hombro o a un abuelete (seguro que pasaba de los 70 años), circulando en su scooter, con su boina bien calada, un bastón en la mano izquierda y un cigarrillo en la derecha al que de vez en cuando le daba una caldadita, ni que decir tiene que todo ello lo hacía mientras conducía. ¡ Ánimo Spock ! supera eso.

Por lo demás me da mucha envidia ver a los motorizados mientras yo voy enlatado y echo de menos mi moto.

En cuanto a las playas son estupendas y kilométricas con lo que aún en plena temporada de verano no tienes sensación de agobio, ni sombrillas/toallas pegadas con los pies del vecino en la boca. No obstante, a veces se cuela algún desaprensivo con toda su parentela que a pesar de tener toda la playa libre, te coloca las innumerables sombrillas, mesas, sillas, hamacas, neveras y demás adminículos imprescindibles para pasar un buen día de playa, pegado a ti, pero bueno, se soluciona rápidamente mirándole con ojos asesinos y cambiándote de sitio un poco más para allá.


Todavía las playas son muy naturales y aunque hay gente a quienes no les gusta, en la orilla crecen algas que quedan al descubierto cuando baja la marea. Según los expertos, esto es un índice de pureza del agua porque estas plantas son muy sensibles y en cuanto hay un poco de contaminación no se desarrollan. Otro indicador es que en cuanto metes la mano en la arena de la orilla sacas coquinas, especie de almeja suave y alargada. No seais mal pensados, las que yo digo tienen concha y se cocinan. Cuando es la temporada, creo que por Mayo, puedes ver un cordón de más de 100 personas en la orilla cogiendolas, aunque hay gente que las coge durante todo el año. Afortunadamente creo que este año han prohibido su captura salvo que tengas una licencia de pesca. Espero que sirva para que no terminen con ellas como ya ha pasado en otros pueblos de la costa.

Aunque también hay playas muy bonitas en los pueblos cercanos, como Isla Cristina o Cartaya donde hay tramos en los que los pinos y los eucaliptos llegan hasta la arena, para ser justos, he de reconocer que las playas de Portugal son mejores y más variadas. Tienes desde playas abiertas hasta pequeñas calas, otras con acantilados que bajan a pico dejando una estrecha franja de arena y otras que se han formado longitudinalmente entre el mar y un río que las separa de la tierra firme y que para llegar a ellas tienes que coger un barquito que te atraviese el río.

Otro de los aspectos que me gusta de Ayamonte es lo bien que se zampa. Cuenta con infinidad de restaurantes tanto en el propio pueblo como en Punta del Moral, el barrio de pescadores que está bastante distante del casco urbano. La comida es sencilla, sin grandes elaboraciones, pero de mucha calidad y a muy buen precio. En la playa hay chiringuitos limpios y bien preparados que suelen contar con los servicios de algún pescador que les vende lo que captura en el día. El pescado fresco está garantizado.


No obstante, si lo que te gusta es comer en tu casa, el mercado municipal lo encontrarás bien abastecido de verduras y pescados. Da gusto entrar y ver la variedad de peces diferentes que venden y sobre todo el olor a mar profundo que se respira. Para los carnívoros, también hay una tienda que tiene carne fresca de cerdo ibérico (presa, pluma, paleta, secretos y todo lo que podáis imaginar que tiene un cerdo). La bajan directamente de Jabugo dos días por semana. Hasta la humilde cinta de lomo, no tiene nada que ver ni en color ni en sabor con las que estamos acostumbrados a comer aquí de cerdo blanco.

Comprendeis ahora mis pocas ganas de volver cuando me voy de vacaciones al paraiso, donde reina la tranquilidad, el buen tiempo, la buena comida...

sábado, 1 de septiembre de 2007

Impresiones sobre Mérida

Como os decía en la entrada anterior, la ciudad es un elenco de sorpresas

1ª sorpresa: En pleno verano extremeño, es decir, 40º C. a la sombra, el horario de tarde de los monumentos es de 5 a 7. Debe ser para que los visiten los lagartos porque si no, no me lo explico. Existen 2 teorías al respecto, según B-B es que "están locos estos romanos", según yo, es para conservarlos, ya que el turista que los visite en esas horas se muere y no vuelve a pisarlos, así no se desgastan las piedras y los podrán contemplar generaciones posteriores. ¡Claro, así han durado 2.000 años!

Afortunadamente existen otros monumentos por la ciudad que se pueden ver libremente sin horarios mientras paseas.

2ª sorpresa: Los monumentos que puedes visitar sin horario y sin pagar dan pena. Es una lástima lo mal conservados que están, lo poco que los han valorado y lo poco que los han cuidado. Ahora están tratando de adecentarlos un poco y tratar de conservar lo poco que queda en pie.




Como veis en la foto del Templo de Diana (izda), en su día se llegó a construir dentro una vivienda, en otros casos las viviendas están muy próximas a los monumentos como en el Foro Romano (dcha),o construidas directamente sobre ellos como en La Morería. (abajo)




En el acueducto de San Lazaro del que deben quedar 3 ó 4 arcos, hay una casa apoyada entre sus pilares.




En realidad la actual Mérida está construida totalmente sobre la antigua sin respetar nada. En la siguiente foto se ve una maqueta de cómo se supone que fue la ciudad romana.





Afortunadamente existe el Museo Romano, cuya visita recomiendo. Es un edifico de Moneo muy luminoso y diáfano donde las cosas no están expuestas de forma abigarrada por lo que la visita se hace de forma muy ágil y no te cansa. En él se pueden ver preciosos mosaicos, rosetones, bustos, esculturas, objetos de uso cotidiano, instrumental médico … que de otra forma se hubieran perdido o roto en vista del cuidado que tienen de las cosas romanas.


Por cierto, fijaos en la foto de la columna donde está apoyada B-B y comparar su tamaño. Vale que B-B no es Gasol, pero no me digáis que no es grande, pues bien, esta columna es del Templo de Diana. A que puesta en el templo no da sensación de que sea tan enorme.




3ª sorpresa: El puente romano que, con una longitud de 792 metros, cruza el Guadiana sigue en pie y eso que hasta hace 15 años aproximadamente se permitía el tráfico sobre él de todo tipo de vehículos: coches, camiones de diversos tonelajes, autobuses, que además coincidían parados al tiempo sobre él, porque había un semáforo al final del puente que originaba unos enormes atascos. Un peso que era impensable que tendría que soportar cuando lo construyeron hace 2.000 años, porque aunque todas las legiones romanas hubieran estado formadas por obesos mórbidos y se hubieran dado cita al mismo tiempo sobre el puente, creo que no igualarían el peso que ha estado soportando ese puente.







4ª sorpresa: Dicen que el exceso de civilización causa la caída de los pueblos. Pues tranquilos chicos que estamos a salvo. Después de 2.000 años no hemos cambiado nada. Estamos acostumbrados a que de los romanos solo hemos heredado el Derecho, pues bien, en Mérida he podido comprobar que no es así. Ellos ponían mosaicos en el suelo y nosotros baldosas; ellos pintaban frescos en las paredes y nosotros colgamos cuadros.








Ellos tenían teatro y nosotros también, incluso la forma del escenario y las gradas parecidas; Ellos tenían fieras y nosotros toros (incluso las plazas de toros tiene la forma de los anfiteatros).



Ellos luchas de gladiadores y nosotros boxeo. Lo que más me ha llamado la atención ha sido el Circo, no por el edificio que está totalmente arruinado y solo queda en pie una parte de las gradas, aunque es de los pocos del mundo que conserva el perímetro y la pista original prácticamente al completo, (la carretera y el camino que se ve en la foto debieron de ser más importantes y le quitaron el trozo de la esquina derecha) si no porque allí se celebraban las carreras de bigas (2 caballos) y de cuádrigas (4 caballos). Los grandes campeones aurigas (conductores) ganaban fortunas. En cada carrera corrían 4 equipos que se distinguían por los colores que llevaban, que a su vez representaban a los comerciantes que los patrocinaban. Les sonará algo de esto a Yamaha, McLaren, Alonso o Rossi. Como veis, después de 2.000 años tan solo hemos cambiado los 2 ó 4 caballos por 2 ó 4 ruedas. La expresión “el circo de la fórmula 1” ¿Procederá de aquí también?.




Aunque seguramente nuestras contrarias no pensarán lo mismo, no podemos evitar que nos guste ver las competiciones deportivas, lo llevamos grabado en los genes. Mientras que el teatro tenía un aforo para 6.000 personas, que ya tenía que haber aficionados para llenarlo y parecido número el anfiteatro, en el circo, cabían 30.000. Han pasado muchos años pero seguimos siendo los mismos.

5ª sorpresa: No existe en el mundo ningún alumbrado como el de Mérida.




Si pensáis que somos raros por fijarnos en estas cosas mientras paseamos, que pensareis de un tipo que presentó una reclamación contra una empresa de alimentación que hacía las letras de la famosa sopa de ídem, porque había comprado 10 paquetes y en todos faltaban la W y la F.


Hasta la próxima entrada.