lunes, 27 de agosto de 2007

Viaje de fin de semana

Madrid-Mérida-Madrid

Sábado, 14 de Julio de 2007

Este es un viaje que hicimos a mediados de Julio pero como estuve muy liado en la oficina en esas fechas y después me he ido de vacaciones no había tenido tiempo de contároslo.

Tenía ganas de hace un viaje largo con la moto, así que decidimos que nuestro destino sería Mérida, ya que está relativamente cerca y si nos cansábamos a mitad de camino, podríamos regresar a casa.

En días previos habíamos acudido a la tienda de nuestro amigo Florentín (Boutique del Motor) para pertrecharnos adecuadamente para tan magno acontecimiento. Tras sus doctos consejos, salimos equipados con 2 chaquetas de verano con protecciones hasta en las etiquetas, guantes en consonancia y unas buenas botas. Los pantalones los dejamos para otra ocasión. Es decir, que si nos metíamos una hostia que pareciéramos unos moteros profesionales y no unos aficionadillos que hacían su primer viaje largo.

Como viene siendo norma habitual de la casa, salimos 2 horas más tarde de lo previsto con nuestra flamante indumentaria, cuales caballeros de la Edad Media con sus bruñidas armaduras dispuestos para montar a nuestro brioso corcel. Como también viene siendo norma habitual en Madrid, atasco monumental de salida hasta pasado Navalcarnero.

Me alegra notar que le voy cogiendo el punto al bicho y que a pesar de llevar las maletas laterales con equipaje, el cofre lleno y a B-B detrás, soy capaz de llevarla recta incluso a bajas velocidades y sobre todo me he dado cuenta que cabemos por los sitios más inverosímiles sin que haya que lamentar víctimas con forma de retrovisor.

Una vez que dejamos atrás a los “enlatados” (coches), carretera limpia para disfrutar de la conducción. La moto va perfecta, es muy cómoda y te sientes seguro.

De la ida, poco más que contar ya que la autovía no tiene muchos alicientes ni paisajes llamativos. Hicimos una parada en Madrigal de la Vera para descansar, dar de beber a los caballos y breve refrigerio para nosotros para cumplir el trámite de comer. Nada digno de mención.

Por cierto, ¡Que calor cuando paramos! 38 º C. En la moto no te enteras porque te va dando el aire aunque no alcances mucha velocidad. Bueno … eh… le retorcí un poco la oreja durante el viaje, pero no me atreví a pasarla de 160 y solo en contadas ocasiones. A pesar del peso del equipaje y de B-B (de ella en sí como persona propia, no de su peso) además del mío, la moto nos llevaba como plumas y todavía tenía recorrido para mucho más, pero se trata de disfrutar y no de jugarse la piel.

Sobre las 5 de la tarde llegamos a Mérida. Si en Madrigal hacía calor, en Mérida y a esa hora, no os cuento, así que nos fuimos directamente a la habitación del hotel (NOVA ROMA, muy céntrico, con parking y bien de precio) y nos tumbamos a descansar un poco … Ese poco resultó ser 2 horas más tarde porque nos quedamos dormidos.

Ya descansados, duchados y relajados nos dispusimos a salir para conocer la monumental Emérita Augusta, ciudad llena de sorpresas que os contaré en la siguiente entrada. Dado que a esa hora ya no podíamos ver nada de los monumentos importantes porque estaban cerrados, nos fuimos a dar una vuelta, ver algunos monumentos que puedes ver sin horario mientras paseas y buscar algún sitio para cenar. Después de un buen paseo en el que nos recorrimos todo el centro histórico, estábamos viendo un restaurante desde la puerta que nos pareció aparente y en ese momento salió el dueño quien nos invitó a pasar. El sitio se llama TABULA CALDA. Como todavía no había nadie cenando se entretuvo en enseñarnos los diferentes salones que eran pequeños y acogedores y nos contó que el restaurante estaba en los sótanos de una antigua casa romana donde habían estado las cocinas, los almacenes y otras dependencias. En algunos sitios se podían ver los cimientos de piedra. Nos acomodó en una especie de patio interior con plantas y velas en las mesas, en contrapartida no se podía fumar. A pesar de la hora me pedí unas apetitosas migas extremeñas, con sus correspondientes huevos fritos, pimientos, chorizo, tocino … y después un bacalao dorado, se trata de bacalao desmigado enhuevado. Como veis algo ligerito. B-B no recuerdo que se pidió pero sí recuerdo que le supo rico.

Al día siguiente “madrugamos” (9,30 aproximadamente), dejamos los equipajes en la recepción y fuimos a ver el teatro, anfiteatro, circo y el museo. Sobre las 2,30 comimos. Nada especial, el sitio prometía por su decoración pero la comida era de lo más vulgar y a base de raciones. Sobre las 4 recogimos la moto del parking del hotel y el equipaje que amablemente nos habían guardado y emprendimos el regreso a Madrid.

Tras unos pocos kilómetros por la autovía A-5, nos desviamos cerca de Torrefresneda para coger la N-430 por la que íbamos atravesando pequeños pueblos del Plan Badajoz que parecían fotocopias unos de otros; todas las casas iguales, la misma distribución de las calles, la misma iglesia e infinidad de verdes campos de regadío atravesados por una infinita red de canales por los que circula el agua procedente de los numerosos y enormes embalses de la zona (Orellana, de la Serena, García Sola).

A medida que nos vamos alejando de Mérida, el verde del regadío da paso al intenso amarillo del secano pero el terreno sigue siendo llano y la carretera recta. A unos 10 Kilómetros del Puerto de los Carneros (Lo llamaran puerto pero solo tiene 525 metros de altitud), nos desviamos a la izquierda para coger la N-502 que nos llevará hasta Talavera de la Reina. A unos 11 kilómetros de este desvío, todavía en tierras de Badajoz, se encuentra Herrera del Duque, pueblo famoso por ser la cuna de J.L.Mayoral. El pueblo no parece gran cosa y es de color terrizo-amarillento como si estuviera camuflado en el paisaje. Lo único destacable es su enorme iglesia. Me doy cuenta que desde que dejamos la zona de regadío, los pueblos están a muchísima distancia unos de otros y recorremos grandes distancias acompañados tan solo por vastas extensiones de terreno sin cultivar.

Es a partir del siguiente pueblo, Castilblanco, que la carretera comienza a serpentear y a subir y nos ofrece bonitas vistas del embalse de Cijara. Estamos atravesando los Montes de Toledo con sus cumbres redondeadas y bajitas y así llegamos a la comarca de La Jara. Pasamos por Sevilleja, Belvís y Alcaudete todos ellos de la Jara, aunque también vemos en las señales nombres de pueblos tan curiosos como Rico-malillo, ¿En qué quedamos? o Buenasbodas. A partir de Alcaudete la carretera se endereza como un clavo y hasta Talavera el paisaje es el típico castellano-manchego. Ya en Talavera de la Reina, como se iba haciendo tarde y al día siguiente había que trabajar decidimos enlazar con la A-5 para llegar por ella ¡en caravana! hasta Madrid.

¡Qué atasco! No sé cómo la gente tiene ganas de salir en coche los fines de semana. Cuanto más veo esto más me gusta mi moto.