lunes, 9 de junio de 2008

Madrid-Ubeda-Baeza

Madrid. 5 de Diciembre de 2007. Viernes. Aunque hemos hecho puente, son las 08:00 horas de la mañana. No es que sea redundante, es que es tan temprano para un día que no tienes obligación de madrugar, que parece que sea más pronto de lo que es. El termómetro de la mesilla dice que en el exterior hace una temperatura de 2º C. Estamos locos pero a punto de salir de casa. La noche anterior B-B había decidido de común acuerdo consigo misma, que saliésemos pronto como si fuésemos a trabajar para no coincidir con la señora que nos ayuda en casa, porque dice, que cuando la pilla, le pone la cabeza como un bombo y que no saldríamos en todo el día. Naturalmente, yo me opuse con un rotundo: “si cariño”. Al menos conseguí hacer y poderme tomar un café antes de salir. Yo es que hasta que la cafeína no inunda mis venas no me transformo en persona. (Os podéis ahorrar los comentarios).

Volviendo al tema de las señoras de la limpieza, tanto domésticas como de oficinas, yo creo que lo más duro de ese trabajo es que no pueden hablar con nadie en su trabajo porque normalmente están ellas solas, así que cuando pillan a alguien, es como si fuera un acontecimiento y tienen que contar de una vez todas esas cosas que guardan sin podérselas decir a nadie.

Pues lo dicho, bien pertrechados y abrigados nos ponemos en marcha. Efectivamente el termómetro es como el algodón del anuncio, no engaña, y hace frio, mucho frío y está nublado, muy nublado y no se ve porque es prácticamente de noche, ¡Ah, no! Es porque … ¡HAY NIEBLA!, pero que mucha niebla. Salimos a la M-40 dirección sur, o al menos eso creo, no pasan muchos coches, debe haber más gente con puente pero más sensata que nosotros para no salir a estas horas. Quizá es que con la niebla no les veo. A medida que bajamos la niebla se espesa y además me moja la pantalla del casco y continuamente la tengo que estar limpiando. Si la abro es peor porque las minúsculas gotas me hacen daño en los ojos. A través de los auriculares escucho la respiración agitada de B-B. (No es lo que estáis pensando, es simplemente que va acongojada).
Trato de adivinar donde está la salida para la carretera de Andalucía. En una curva del desvío hay un coche pegado a la mediana derecha mirando en dirección contraria, con algunos desperfectos y síntomas de haber hecho un trompo no hace mucho. El conductor se pasea hablando por teléfono. Solo daños materiales. Después de verlo, la respiración de B-B, ya se podría calificar de porno.

Seguimos sin ver, bueno por esta zona tampoco hay nada que ver, e incluso es mejor no ver nada por lo fea que es. Voy dándole vueltas a la cabeza de si sería bueno parar y que B-B se pusiera un chaleco reflectante que llevo en el cofre, pero al final llego a la conclusión de que, con la mala visibilidad que hay, es más peligroso pararnos en el arcén que seguir, y así circulamos sin visibilidad ni incidencias hasta la Cuesta de la Reina. No se de que le viene el nombre, pero mi padre siempre la ha llamado de esta forma, así que yo continúo la tradición. A mi nunca me ha parecido especialmente peligrosa, pero tiene tantos carteles de precaución, luces amarillas que parpadean en grandes cartelones de peligro, luces rojas que se van persiguiendo entre ellas en las señales de dirección de curva que asusta, así que, estando como están los fenómenos atmosféricos, en cuanto puedo me coloco detrás de 2 luces rojas horizontales, que supongo por su altura, deben ser de una furgoneta, hasta que terminamos de bajar.

Por el termómetro de la moto veo desfilar los números, primero bajando hasta llegar a 0 y luego subiendo pero con una rayita delante. Parece que a –4 decide pararse. El ambiente húmedo y los guantes chorreando, afortunadamente solo por fuera, hacen que empiece a tener unas ganas locas de parar y tomar algo caliente. De hecho, si no fuera por los puños calefactables de la moto que los llevo a tope, ya me habría bajado a llorar. De esta forma llegamos a Tembleque, curioso nombre para un pueblo, debe ser que del frío y la humedad todo el mundo va tiritando. Paradita para echar gasolina y tomar un cafetito MUY MUY CALIENTE.

Una vez reconfortados, cuando salimos del bar, el sol ya tiene la altura suficiente para reflejarse en la niebla y que te deslumbre. B-B se pone el chaleco reflectante y parece una bombilla. Mejor así. Yo me pongo las gafas de sol. Vamos haciendo kilómetros sin hablar mucho, alternando los bancos de niebla con los rayos de sol. Las autovías es lo que tienen, que son muy aburridas, pero en días así agradeces no tener más complicaciones. Llegamos a Despeñaperros. Curiosamente aquí el cielo está despejado y el paisaje parece como recién lavado chorreando agua. El sol resalta los colores marrones de las piedras empapadas y el verde intenso de los pinos y la hierba. Por los márgenes de la carretera corren arroyuelos y todo brilla destacando más aún el azul limpio del cielo. He pasado muchas veces con el coche por aquí camino de Ayamonte, pero eres incapaz de apreciar lo que te rodea. Cuando vas enlatado te aíslas del mundo y te pierdes muchas cosas. En la moto sientes el entorno, lo hueles, formas parte de él. Me encanta.

Pasadas las curvitas con paso tranquilo, recreándonos en el paisaje, seguimos hasta La Carolina donde nos desviamos para coger la A-301, carretera bien asfaltada que atravesando por 3 embalses, nos llevará directos hasta Úbeda, uno de los destinos de nuestro viaje.

Voy a tratar de disciplinarme y escribir más a menudo. La próxima semana os contaré cosas de Úbeda y Baeza.