martes, 22 de enero de 2008

La emoción de un Gran Premio

Ya se que voy con cierto retraso, pero últimamente me cuesta ponerme a escribir, aunque luego sale todo de carril. En esta ocasión voy a hablaros del último gran premio de motociclismo del pasado año que tuvo lugar en Valencia a principios de Noviembre y al que había prometido llevar a Guille.

Por pardillo, casi me quedo sin entradas. Las comenzaron a vender en Junio y nunca pensé que se iban a agotar tan rápido. A mediados de Julio estaban todas vendidas, excepto las del balcón negro. (NO confundir con el beso), se trata de una montaña llena de cardos y matojos detrás de las gradas que para ver las carreras no necesitas prismáticos sino telescopios. Un amiguete motero me dijo que no me preocupara porque en Valencia ponen gradas supletorias ya que siempre se llena, así que me encontraba desde mediados de Septiembre pendiente casi todos los días de la página del circuito para no incumplir una promesa que reiteradamente me recordaban.
También se planteaba un segundo problema. Guille se había empeñado en venirse a Valencia conmigo en la moto. Según decía lo que menos le importaba eran las carreras porque podía verlas por la tele. Él quería disfrutar del ambiente del viaje y a mí y fundamentalmente a B-B le horrorizaba que un mico como él hiciera un viaje tan largo en la moto, así que comenzamos a urdir una estrategia: Le ofrecimos que invitara a un amigo de clase con el que se lleva muy bien, propuesta que acogió con entusiasmo. Nuestra idea era decirle que cómo se iba a ir él en la moto e iba a dejar a su amigo solo en el coche con B-B... Intento fallido. El muy cabrito ¡En que se convertirá cuando crezca! Había negociado con su amigo del alma, que le invitaba a las carreras a cambio de que fuera con B-B en el coche para que él pudiera irse en la moto, además de un partido en el palco del Madrid, ya que el padre de ese niño tiene cierta amistad con el director de un conocido diario deportivo. ¡Qué escalofrío!, me recuerda al “viejo” negociando compensaciones. De cualquier forma, el amigo de Guille, con tal de ir, habría jurado que mató a Manolete.
Rápidamente había que establecer un plan B. Al final lo que hicimos es que B-B se cogió el puente y yo no, y así podían irse el jueves y ver los entrenamientos del viernes, a los que suele asistir poco público y a lo mejor les dejaban visitar el paddock y podían pedirle un autógrafo a algún piloto. Y así se fue tan contento. Je, je, algunas veces, todavía se les puede hacer el lío.


Por fin llegó el gran día. El Viernes, nada más salir de trabajar, me fui rápidamente a casa, me quité el traje de romano, conecté el móvil al intercomunicador y a volar escuchando musiquita. A pesar de que era por la tarde y día de puente, la carretera de Valencia estaba bastante concurrida de moteros que a veces formábamos grandes hileras de motos, como esos trenes de mercancías tan largos que parece que no van a terminar nunca. La gente en los coches se nos quedaba mirando cuando pasábamos y en líneas generales, los “enlatados” se portaban bien y se abrían para dejarnos pasar.

Aunque el viaje hasta Valencia no es largo, agradeces parar un poco, estirar las piernas y sobre todo fumarte un cigarro. Allí donde lo haces te encuentras con otros moteros que están haciendo el mismo viaje que tú. Acostumbrado a hacer los viajes con B-B, me da un poco de envidia cuando veo parejitas en sus motos, pero la verdad es que estoy disfrutando un montón.


Valencia estaba tomada por la policía municipal. En la avenida por la que se entra viniendo de Madrid, que bien es cierto, también que es la que viene de Cheste, cada pocos metros, un control donde encontrabas parados a más de 20 moteros y algo más allá a otros 20 que estaban parados esperando a que salieran sus amigos del control. Como los controles se sucedían cada 500 metros más o menos, la calle era una sucesión de grupos de motos que más parecía un salón de la moto.


Al día siguiente al circuito. A pesar de ser tan solo los entrenamientos hay un gran ambiente, motos, coches, gente andando por todas partes. Dentro del recinto, montones de tiendas y puestos que venden los más variopintos artículos relacionados con el mundo de la moto, fundamentalmente, camisetas, gorras, mochilas, etc. de las grandes figuras de las dos ruedas. El día acompaña con un sol radiante y una temperatura excepcional para la época.


Llegamos cuando están empezando los entrenamientos oficiales de 250. Nuestros asientos están en la curva Doohan. La ventaja de Cheste es que desde cualquier parte se ve el circuito completo.



El ruido que hacen las motos al pasar es tremendo. Como el campeonato está decidido, Lorenzo no se mata por conseguir la pole. Después vienen los entrenamientos de Moto GP. En esta categoría el ruido de las motos es sencillamente ensordecedor, de tal forma que no se escucha ni al speaker. Como también está todo decidido en esta categoría, lo más emocionante es el espectacular hostión de Rossi. Acojona verlo en directo, pero se elimina el morbo de verlo repetido una y mil veces y desde diferentes ángulos como se ve en televisión. La guinda del pastel lo pone 125, tanto por lo que descansan los oídos, como porque en la pole se jugaban una parte del campeonato.

Al día siguiente es la fiesta grande. En la autovía hasta el circuito no cabe una sola moto más aunque también mucha gente va en coche y muchas otras en metro y cercanías, pero esas no ocupan espacio. Por quitarle el “mono” a Guille le llevo al circuito en la moto para que alucine un rato. Por el retrovisor le veo muy ufano encima de la moto presumiendo de su casco Chupa-Chups como Lorenzo y mirando para todos lados. La llegada a los aparcamientos está muy bien organizada con infinidad de personas de apoyo que te van dirigiendo a los parkings libres. Aparco en una explanada gigantesca de tierra a tomar por c… del recinto, porque los parkings de motos más cercanos ya están completos.













B-B y el amigo de Guille van en el coche. Es impresionante las riadas de personas accediendo al circuito, las puertas abarrotadas y a pesar del lio y las colas, la gente con muy buen rollito.


Por fin accedemos a la grada, el circuito está a rebosar. Nuevo record de asistencia: 130.000 personas. Estamos sentados al lado de la peña de Bautista aunque son un poco sosos.














Cuando empieza la carrera de 125 todavía hay gente accediendo al circuito. La carrera es muy emocionante. Se está luchando por el campeonato del mundo. En el resto de carreras, Lorenzo en 250, tal como hizo en los entrenamientos, se echa a dormir y deja que Bautista se bata el cobre con gran regocijo de su peña que observa encantada como va remontando flechado a la cabeza de la carrera. Tanto empeño pone que termina rodando por los suelos. La última carrera es la de Moto GP. Ovación cerrada cuando Rossi sale a la pista. Después del piño del día anterior sale con 3 dedos rotos, la muñeca infiltrada y algún otro desperfecto. Para mi es el Rey. Es capaz de salir en ese estado aunque como mucho podía aspirar a ser subcampeón. Aunque sale en último lugar, en la sexta vuelta se pone noveno, es decir, ya había adelantado a siete y continuaba su progresión. Lamentablemente la moto le deja tirado y tiene que retirarse. Como no hay forma de enterarse de lo que dice el speaker por el ruido de las motos, B-B, previsora ella, se ha traído los cascos de su móvil estratosférico y tiene sintonizada la radio por donde nos va informando de los pormenores de la carrera. Una vez que Rossi se ha retirado, el único aliciente que nos queda es que Dani gane la carrera, y cumple sobradamente con las expectativas (yo opino que con permiso de Stoner) y vuela de curva en curva con el público enfebrecido dándole ánimos para continuar hasta ganar la carrera y el subcampeonato del mundo. Después, baño de multitudes saludando a todo el mundo en la vuelta de honor. Aunque no me cae especialmente bien porque hace un pilotaje muy aburrido, es como un autómata, tengo que reconocer que es muy buen piloto y tiene un mérito enorme conseguir el subcampeonato en su segunda temporada.



Nada más terminar la carrera, retirada. Los chicos quieren echar un último vistazo a las tiendas para rebañar alguna compra de última hora. Por todas partes se escucha como un rugido sordo provocado por las miles de motos arrancando a la vez. Los chicos se van con B-B en el coche y yo me voy a la moto. La salida es una locura, todo el mundo abandonando el circuito a la vez, coches, personas y sobre todo motos. Me imagino que visto desde el aire, debería ser como esa escena de la película ”La marabunta”, en la que millones de hormigas avanzan a la vez y van extendiéndose por la selva como una mancha de aceite que lo ocupa todo.



Para desocupar rápido, han dejado las carreteras solo en sentido salida y además a las motos nos dejan ir por el arcén por lo que enseguida llego a la autovía. Una vez en la carretera ya puedo disfrutar del viaje. Si a la ida íbamos muchos, a la vuelta parece una romería. Apenas se ven los coches tapados por infinidad de motos. Hay una cosa que me hace mucha gracia y es que en muchos de los puentes que cruzan la autovía, aún los ya alejados de Valencia, hay grupos de personas que nos jalean y nos saludan cuando pasamos con las motos. Me imagino que para la gente de esos pueblos es un acontecimiento ver pasar tantas motos con formas y colores tan diferentes, y a los conductores con sus pertrechos tan variados y sus cascos tan coloristas.


Hago una parada para echar gasolina, descansar y comer algo y parece que doy con el único bar abierto del mundo por lo lleno que está. El parking parece otro salón de la moto. Supongo que como todos hemos salido más o menos a la misma hora, también tenemos hambre a la misma hora por lo que paramos en el mismo sitio. Después hablando con unos amigos que también habían ido a las carreras, llegamos a la conclusión de que éramos tantos que parases donde y cuando parases, todos los sitios estaban llenos. Me quedo un rato fumándome varios cigarros esperando a B-B que viene unos 70 kilómetros más atrás y después de los saludos y besos de rigor, ella se queda echando gasolina y yo sigo camino sin novedad hasta llegar a Madrid, pero con el espíritu a tope de tan grata experiencia.

1 comentario:

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